Brazos impresos en 3D para aprender a nadar y montar en bici
El pequeño Jonay (11 años) sufre agenesia, por lo que su brazo izquierdo acaba por encima del codo. Gloria, su madre, cuenta que acabó rechazando una prótesis convencional porque «pesaba mucho y para él era poco práctica». Hace unos tres años, su terapeuta le habló de SuperGiz, un proyecto solidario que imprime accesorios en 3D para ayudar a niños sin extremidades superiores a realizar actividades cotidianas como montar en bici, nadar o, en el caso de Jonay, jugar a las cartas. «Mi hijo tiene muy integrada su discapacidad y quería algo colorido y divertido, como de superhéroe», recuerda Gloria con motivo del Día de las Personas con Extremidades Diferentes celebrado este lunes. Autofabricantes, Héroes 3D y la Fundación Rafa Puede, impulsores de SuperGiz, realizan desde hace cinco años talleres en los que los pequeños participan, junto con ingenieros y terapeutas, en el diseño de sus propias prótesis. Cada una está hecha a gusto y medida de su futuro usuario y se produce en pocas horas. «En España, la Seguridad Social ofrece varios tipos de prótesis. Nuestros ‘pulpos’ de SuperGiz, basados en diseños de código abierto disponibles en internet y retocados según las necesidades de cada niño, son complementarios. Hemos hecho accesorios para tocar la guitarra, hacer escalada, coger un remo, hacerse una coleta o cosas más sencillas como coger una cuchara», explica Antonio Maeso, fundador de 3D Héroes, que a raíz de este proyecto empezó a estudiar ortoprótesis. «Los talleres eran muy gratificantes, venían niños de toda España que en muchas ocasiones nunca habían visto a otros con su misma discapacidad. Eso a nivel emocional les ayuda mucho también. Yo siempre cuento la historia de Sara, que cuando llegaba a la piscina escondía su mano y gracias a la pala de nadar que le hicimos con 3D acabó exhibiéndola», recuerda Maeso. Realizaron su último encuentro antes de la pandemia, cuando empezaron a usar sus impresoras 3D para crear pantallas protectoras para sanitarios . Jonay Iborra con su SuiperGiz - TVE En más de 50 países Guillermo Martínez, ingeniero industrial, también vio enseguida el potencial solidario de su impresora y creó Ayúdame 3D, una ONG que dona unos 200 brazos articulados (‘trésdesis’) al año en 50 países. El 15% de sus diseños se entrega en España. «Empezamos en 2017 en Kenia, con diseños de internet, pero ahora todos nuestros brazos son de diseño propio y personalizados. Intentamos que sean más naturales, con uñas, nudillos..., por que el impacto psicológico es importante. Cualquiera puede pedirlos gratis y los rehacemos cuando los niños crecen», señala. Lo que no hacen, por principios, son extremidades inferiores, ya que es más complicado que el plástico sea lo suficientemente resistente para sostener el peso del cuerpo. Víctor, el hijo adolescente de Richard Benjamins, tiene una de estas ‘trésdesis’. «Le falta la mano izquierda desde que nació, pero hace vida normal sin prótesis. Conocí a Guillermo en una charla sobre tecnología por el bien social y se ofreció a hacerme una 'trésdesis' para Víctor. En su caso, el brazo 3D no le aporta demasiado valor porque él se maneja muy bien, le sirve por ejemplo para coger dos vasos a la vez, por ejemplo. Pero estos accesorios sí pueden marcar la diferencia en países en vías de desarrollo», destaca Benjamins. El coste de una prótesis convencional puede superar los 20.000 euros, frente a los 900 euros de un SuperGiz, por ejemplo. De momento, lamenta Maeso, este tipo de 'gadgets' son «alegales», la responsabilidad para usarlos depende del usuario, porque no hay legislación que regule las prótesis 3D. Muchos ortopedas, según Gloria, no están entusiasmados con estas soluciones: «Para mí, como madre, lo ideal sería que los dos se mezclasen, lo ligero del plástico con la precisión de una prótesis». Retrasos para la aprobación de nuevas prótesis La Asociación de Familias de Niños con Prótesis (AFANIP), Andade y Amputats Sant Jordi reclaman la declaración oficial del 12 de abril como ‘Día de las Personas con extremidades diferentes’. Sin embargo, el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación respondió con una negativa por no considerar «que vaya a tener un impacto real y concreto». Con todo, estas organizaciones, que llevan años reclamando una renovación del catálogo protésico, han aprovechado este día para recordar que la pandemia ha provocado «retrasos administrativos para la aprobación de nuevas prótesis», lo que puede generar a los pequeños que necesitan estos «instrumentos imprescindibles» problemas de salud. En muchos casos, denuncian, estos atrasos superan los cuatro meses.
abc.es
Brazos impresos en 3D para aprender a nadar y montar en bici
El pequeño Jonay (11 años) sufre agenesia, por lo que su brazo izquierdo acaba por encima del codo. Gloria, su madre, cuenta que acabó rechazando una prótesis convencional porque «pesaba mucho y para él era poco práctica». Hace unos tres años, su terapeuta le habló de SuperGiz, un proyecto solidario que imprime accesorios en 3D para ayudar a niños sin extremidades superiores a realizar actividades cotidianas como montar en bici, nadar o, en el caso de Jonay, jugar a las cartas. «Mi hijo tiene muy integrada su discapacidad y quería algo colorido y divertido, como de superhéroe», recuerda Gloria con motivo del Día de las Personas con Extremidades Diferentes celebrado este lunes. Autofabricantes, Héroes 3D y la Fundación Rafa Puede, impulsores de SuperGiz, realizan desde hace cinco años talleres en los que los pequeños participan, junto con ingenieros y terapeutas, en el diseño de sus propias prótesis. Cada una está hecha a gusto y medida de su futuro usuario y se produce en pocas horas. «En España, la Seguridad Social ofrece varios tipos de prótesis. Nuestros ‘pulpos’ de SuperGiz, basados en diseños de código abierto disponibles en internet y retocados según las necesidades de cada niño, son complementarios. Hemos hecho accesorios para tocar la guitarra, hacer escalada, coger un remo, hacerse una coleta o cosas más sencillas como coger una cuchara», explica Antonio Maeso, fundador de 3D Héroes, que a raíz de este proyecto empezó a estudiar ortoprótesis. «Los talleres eran muy gratificantes, venían niños de toda España que en muchas ocasiones nunca habían visto a otros con su misma discapacidad. Eso a nivel emocional les ayuda mucho también. Yo siempre cuento la historia de Sara, que cuando llegaba a la piscina escondía su mano y gracias a la pala de nadar que le hicimos con 3D acabó exhibiéndola», recuerda Maeso. Realizaron su último encuentro antes de la pandemia, cuando empezaron a usar sus impresoras 3D para crear pantallas protectoras para sanitarios . Jonay Iborra con su SuiperGiz - TVE En más de 50 países Guillermo Martínez, ingeniero industrial, también vio enseguida el potencial solidario de su impresora y creó Ayúdame 3D, una ONG que dona unos 200 brazos articulados (‘trésdesis’) al año en 50 países. El 15% de sus diseños se entrega en España. «Empezamos en 2017 en Kenia, con diseños de internet, pero ahora todos nuestros brazos son de diseño propio y personalizados. Intentamos que sean más naturales, con uñas, nudillos..., por que el impacto psicológico es importante. Cualquiera puede pedirlos gratis y los rehacemos cuando los niños crecen», señala. Lo que no hacen, por principios, son extremidades inferiores, ya que es más complicado que el plástico sea lo suficientemente resistente para sostener el peso del cuerpo. Víctor, el hijo adolescente de Richard Benjamins, tiene una de estas ‘trésdesis’. «Le falta la mano izquierda desde que nació, pero hace vida normal sin prótesis. Conocí a Guillermo en una charla sobre tecnología por el bien social y se ofreció a hacerme una 'trésdesis' para Víctor. En su caso, el brazo 3D no le aporta demasiado valor porque él se maneja muy bien, le sirve por ejemplo para coger dos vasos a la vez, por ejemplo. Pero estos accesorios sí pueden marcar la diferencia en países en vías de desarrollo», destaca Benjamins. El coste de una prótesis convencional puede superar los 20.000 euros, frente a los 900 euros de un SuperGiz, por ejemplo. De momento, lamenta Maeso, este tipo de 'gadgets' son «alegales», la responsabilidad para usarlos depende del usuario, porque no hay legislación que regule las prótesis 3D. Muchos ortopedas, según Gloria, no están entusiasmados con estas soluciones: «Para mí, como madre, lo ideal sería que los dos se mezclasen, lo ligero del plástico con la precisión de una prótesis». Retrasos para la aprobación de nuevas prótesis La Asociación de Familias de Niños con Prótesis (AFANIP), Andade y Amputats Sant Jordi reclaman la declaración oficial del 12 de abril como ‘Día de las Personas con extremidades diferentes’. Sin embargo, el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación respondió con una negativa por no considerar «que vaya a tener un impacto real y concreto». Con todo, estas organizaciones, que llevan años reclamando una renovación del catálogo protésico, han aprovechado este día para recordar que la pandemia ha provocado «retrasos administrativos para la aprobación de nuevas prótesis», lo que puede generar a los pequeños que necesitan estos «instrumentos imprescindibles» problemas de salud. En muchos casos, denuncian, estos atrasos superan los cuatro meses.